martes, enero 18, 2005

Posibles consecuencias de una mentira piadosa

I.
Lloro por este silencio y esta caries rota
este segundo arrastrado
(los ideales de un lunático,
son siempre la comidilla del pueblo)
Lloro por las huevas,
no hay razón aparente
Gonzalo, tú no estás en lo correcto.
Aíslo esta queja con sarro
nada debe quedar fuera de lugar.
Un ojo en la cerradura de la puerta (¿?) es odiar
la instrumentalización voraz de tus actos.
Te ves tan mal tratando de construirte un mundo
mejor.
Odio la belleza humana,
es tan frágil.
(Aún escucho tu voz,
y siento tus manos aquí conmigo)
¿Por qué no has llamado?
No te pareció suficiente mi queja
pararé otra vez el autobús, intentaré no
tenerte rencor.
Siempre el que termina mal
termina mal.

II.
Desperté temprano en la mañana e intenté mantenerme alejado de ti.
Compré el periódico, -estoy harto del presidente, harto de sus problemas, harto de todo esto-
Rebusqué entre mis sábanas y leí a Ginsberg bajo este sol de verano del dos mil cinco.
Recorrí la ciudad buscando marihuana y finalmente caí en la oficina central de la editorial con César y Gisela intentando ubicar al editor de un próximo e inminente éxito literario.
Finalicé mi ayuno con pescado crudo en limón y cebolla,
manejé mi comportamiento con mate de coca hasta las cinco de la tarde.
Robé a mi madre algunas monedas y salí a fumar y a pasear al perro
esperando así alguna actitud diferente de parte nuestra.
Estoy tan cansado de esto -es verdad
estoy tan cansado de escribir
y de hablar todo el tiempo de lo mismo.
Estoy tan cansado de mí, soy tan hedonista
tan poco humano.
Antes de caer la noche te llamé:
“Aló, ¿cómo te va? Sé que tienes que hacer
hartas huevadas, sé que no tienes tiempo para mí
o para hacer nada. Eres una chica
tan ocupada
y tan mayor.
Lo siento, está bien. Me llamarás luego, lo tomaré en cuenta”.
Y divagué mi triste existencia
por todo mi mundo,
de Calamaro y poesía beat
Pero al final,
qué importa todo, qué importa Calamaro
y qué importa la poesía beat?
Un rayo de luz atravesó mi cerebro cerca de las siete de la tarde.
Como no llamaste me digné a estar solo con todo esto
invadiéndome.
Me siento tan estúpido escribiendo una novela - me siento
tan estúpido y angustiado.
Escucha, no todo en esta vida es obligado,
no todo en esta vida es Trabaja, Estudia, Progresa, Sé un buen
peruano.
No todo en esta vida es Taller e Institución, también hay algo
que se llama Gonzalo Casusol
y muere.

III.
Tiene casi diecinueve años y es un idiota total
se pasa la vida intentando asentarse, intentando escribir como un loco
porque siente que el tiempo nunca es suficiente y que ya no puede aguantar
un segundo más sin golpear su teclado.
Gonzalo Casusol siempre ha sido un hijo de puta mentiroso y arrogante,
ha golpeado a su padre y a su madre tantas veces como ha sido necesario,
con tal de escribir un poco mejor.
Ha estudiado la mayor parte de su vida, y nunca logró descifrar con precisión
qué carajo significaba X.
Pronto Gonzalo Casusol morirá.
No vivirá lo suficiente.
Fumar tanta hierba lo tiene jodido,
así que no hay que preocuparse
apenas va en el capítulo VII de su novela (un bodrio ininteligible,
estúpido e impublicable)
y no sabe qué más hacer con su vida.
Se ha estancado
se ha puesto a escribir poemas,
otra vez, como un idiota.
¿Necesita desahogarse un poco, señor?
¿Desearía golpearme el rostro otra vez con esa
gran cadena?
Oh Dios, aquellos días han regresado.
Han vuelto, transformados en bilis
pero han vuelto.
Volvieron para quedarse -y yo no sé qué hacer.